Esa tarde Elvis era diferente, agresivo y se movía con rapidez y decisión por el escenario. Provocaba sexualmente a las chicas, movía su pelvis con movimientos claramente provocadores y su voz ya no temblaba. ¿La causa de esa transformación?: alguien le había dado una pastilla de anfetaminas, la droga de moda que curaba la timidez y daba energías extras.
Desde ese momento todo salió a pedir de boca. Se produjeron numerosas llamadas con nuevos contratos, había visitas, viajes y actuaciones en directo en las emisoras de radio. En una de ellas, dirigida por Rufus Thomas, le tomaron aprecio e intercalaron sus canciones conjuntamente con la música negra y el rhythm & blues. La promoción hablaba de un blanco que cantaba como los negros y que movía las caderas insinuando a las mujeres a que hicieran el amor con él. Demasiado provocativo para una época todavía puritana, pero que consiguió el efecto deseado ya que los jóvenes deseaban ya romper con las normas establecidas.
La música de Elvis aportaba además ciertas novedades que contribuyeron a marcar más profundamente su estilo. Detrás de la voz del cantante no había ya una gran orquesta y ni siquiera un coro que le diera soporte a la canción. Simplemente había un contrabajo tradicional, una batería y un par de guitarras, demasiado poco pero suficiente para que sonase distinto. Tampoco se hacían concesiones a arreglos floridos ni se buscaba la pureza de una guitarra sonando sin ser golpeada. Todo era ya agresivo, fuerte, buscando esencialmente un ritmo que se contagiase. El público tenía que bailar nada más que comenzase la canción y caer extenuados cuando finalizase.
La idea estaba ya servida en bandeja y era tan diferente que los demás grupos y solistas del momento parecían momias al lado de la vivacidad de Elvis Presley y su grupo. Incluso el legendario Ray Charles no lograba soliviantar los ánimos en sus actuaciones como lo hacía Elvis, el cual, además, conseguía crear polémica en todas sus actuaciones.
Se avecinaba un ídolo para la juventud y eso estaba siendo comprendido por quienes giraban ya alrededor del cantante de Memphis, como ya le conocían.
Durante algunos meses Elvis actuó en pequeñas localidades de Memphis, Mississippi y Tennessee, siendo bien recibido por todos los demás grupos que solían trabajar en el mismo show. Su estilo era muy peculiar y tan diferente que a ninguno de ellos les preocupaba, no era un competidor, y por ello siempre le ayudaban y daban consejos. El público asistía sonriente ante los movimientos nerviosos del cantante de Memphis, mientras que para sus compañeros eran solamente consecuencia del nerviosismo que tenía.
Elvis dejó ya de conducir camiones, seguro como estaba de llegar a vivir de su música, y trató de dominar mejor su guitarra ya que ciertamente no alcanzaba una mínima calidad cuando la tocaba, hasta el punto en que le pidieron que prescindiera de ella y utilizase solamente el micrófono. Demasiado para un muchacho que necesitaba tener algo en que protegerse cuando salía al escenario. Solamente la opinión de Phillips, en el sentido de que la guitarra, sonase bien o mal, le daba la posibilidad de moverse con ella, le motivaron para seguir empleándola y así sus contoneos de cadera resultaban más naturales.
Los discos nuevos se sucedieron con rapidez y se editó “Good Rockin Tonight” y “I Don’t Care If The Sun Don’t Shine”, siendo promocionados esta vez por Bob Neal, el cual consigue que actúe en la Gran Ole Opry de Nashville y la Louisiana Hayride, siempre en directo y al lado ya de cantantes de cierto prestigio. En esos días se incorpora al grupo el batería Fontana, aunque su representante ya sospecha que, independientemente del grupo musical, la gente quiere ver y oír solamente a Elvis.
Con el dinero que empieza ya a ganar con rapidez, Elvis alquila por fin una casa decente, con habitaciones individuales y hasta con baño, al mismo tiempo que logra uno de sus sueños: tener una guitarra acústica marca Martin, un modelo ligeramente más grande que las tradicionales (el D-18), en el que graba su nombre. Posteriormente y aunque las guitarras eléctricas formaran parte habitual de sus discos, Elvis nunca prescindiría ya de este modelo e incluso lo utilizaba en la mayoría de sus grabaciones. Lo que sí hizo fue emplear de vez en cuando una guitarra marca Gibson de doce cuerdas, la cual proporcionaba un gran relleno a las canciones melódicas, además de otra de seis cuerdas a la que había incorporado una pastilla de contacto que amplificaba el sonido. Este modelo lo empleaba especialmente en conciertos al aire libre en donde una guitarra normal no tenía ninguna posibilidad de ser escuchada por el público.
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